En una época donde la tecnología digital domina la escena, la cianotipia, un proceso fotográfico del siglo XIX, está siendo rescatada y valorada por su singularidad y estética. Javiera Godoy, fotógrafa e Ingeniera en Conservación de Recursos Naturales, dictó un taller exclusivo sobre esta antigua técnica, brindando una ventana al pasado artístico.
Inventada en 1842 por el astrónomo y científico inglés Sir John Herschel, la cianotipia, también conocida como «impresión en azul prusiano», ganó popularidad entre científicos y artistas por su distintivo tono azul.
El encanto de la cianotipia radica en su proceso único y los componentes químicos que utiliza, debido a que al exponer la mezcla de citrato de hierro amónico y ferricianuro de potasio a la luz ultravioleta, se obtiene el icónico color azul prusiano. Esta técnica fue esencial en la producción de los tradicionales «blueprints«.
Javiera Godoy, quien estuvo a cargo del taller, habla sobre sus comienzos en la cianotipia: “Decidí estudiar Conservación debido a mi gran interés por las plantas y la fotografía. Pronto descubrí que la cianotipia me permitía fusionar ambas pasiones. Mi deseo es compartir este conocimiento, para que más individuos entiendan el concepto de biodiversidad. De esta manera, se facilita y se hace más ameno que las personas conecten con su propio arte”.
Este taller no solo busca enseñar esta técnica ancestral sino también resaltar su relación con el medio ambiente y la naturaleza, permitiendo a los y las participantes apreciar y conocer plantas nativas a través de su arte. Este regreso a las raíces de la fotografía promete ofrecer una experiencia enriquecedora a todos los y las asistentes, conectándonos con la historia, el arte y la naturaleza.
Paula, una entusiasta participante de 30 años, compartió su gratificante experiencia en el reciente taller de cianotipia. «Aunque soy nueva en la ciudad y desconocía completamente esta técnica, siempre he tenido el deseo de explorar nuevos horizontes artísticos. Desde el comienzo de la clase, sentí que las puertas de mi creatividad se abrían», expresó con emoción.
No solo valoró la técnica aprendida, sino también el ambiente del taller. «Fue una experiencia enriquecedora en todos los aspectos. Me sentí cómoda y acogida tanto por mis compañeras como por la profesora», comentó Paula. Finalizó con un llamado al Centro Cultural Hojalata: «Espero que sigan ofreciendo oportunidades como estas, ya que son esenciales para inspirar, conectar con otros y sumergirse en la cultura.»